¡Bienvenido al Siglo XXI!


 ¿Es usted de los que cree que se puede torcer si se moja acalorado?, ¿de los que derrama el primer chorro de la botella en nombre de Las Ánimas (con nombre propio, como toda corporación)?, ¿está convencido de que el hipo se quita tomando agua al revés?, ¿de los que considera posible el desprendimiento del alma (o desdoblamiento)?, ¿jura que su fecha de nacimiento determina lo que sucede de ahí en adelante en su vida?, ¿asegura haber sido víctima de la magia negra?, ¿de los que asiste a misas de sanación para recuperar la salud?, ¿usa baba de caracol para rejuvenecer su piel?, ¿piensa que la violencia es la única salida para terminar con una guerra?, ¿de los que cree que Adán y Eva fueron los primeros pobladores de este planeta?, ¿es usted de los que cree en un ser superior que juzga sus actos?, le tengo noticias: ya no estamos en esos tiempos hermosos de otrora. ¡Bienvenido al Siglo XXI!

Me veo en la obligación de hacer esto porque me conmueve ver dando tumbos por ahí a tantas personas que no se enteraron del cambio de siglo. Esta vez vengo a ponerlo al tanto de algunas cosas que han cambiado desde que usted decidió o tuvo que estancarse en una época. Lo primero que debo decirle es que los carruajes ahora se llaman carros y no funcionan con caballos, los ha tenido que ver por todos lados y, me imagino, se había estado preguntando por las bestias…hoy en día, las bestias van adentro. Ahora lo pongo en contexto, espero que lo siguiente lo lea con calma y no se alarme: la Iglesia se separó del Estado, también se separó La Gran Colombia ―somos Colombia, a secas―, la esclavitud pasó a ser máximo de ocho horas ―dependiendo del amo, que hoy se le llama jefe―, la trepanación fue sustituida por otras prácticas menos entretenidas, León XII está muerto, el hombre llegó a La Luna, el Presidente de Estados Unidos es negro, la cocaína es ilegal y es obligatorio responder económicamente por los hijos engendrados. Eso es lo más relevante, creo.

Quiero, también, actualizarlo sobre algunos detalles en la manera de relacionarse con los demás que han variado un poco su forma pero que siguen llevando la misma esencia. A parte de los conocidos Liberales y Conservadores, existen otros grupos que conviven en el territorio, se les llama tribus urbanas y llevan ese apelativo por la forma primitiva en que se relacionan. ¿Recuerda todo el esfuerzo que requería llevarse una mujer ―gratis― a la cama?, ahora son ellas las que se lo llevan a usted; sin necesidad de recitar versos de Quevedo puede lograr cosas que ni al mismo Quevedo le hicieron. La música que se percibe en el ambiente ha variado ligeramente, ya no se escuchan bambucos, guabinas, paso dobles o a Mozart, Vivaldi o Verdi, hoy estamos inundados de ritmos provenientes de todas partes del mundo, caribeño-electrónicos en su mayoría, espero se acostumbre a eso.

Entiendo que sea difícil acoplarse a cosas nuevas como las que acaba de enterarse, usted y yo sabemos que va a ser difícil empezar a cambiar de ideas tan arraigadas y a comenzar a adoptar comportamientos extraños a su forma de percibir la vida, pero le aseguro que de no evolucionar, de quedarse en su prehistoria, la civilización le va a dar muchas cachetadas. Le recomiendo que salga a la ciudad a observar su entorno, de a poco, acostúmbrese al nuevo paisaje gris ―otrora verde―, tómese el tiempo de digerir todo lo que no conoce: de eso va a depender su supervivencia en la sociedad de capitalismo salvaje y devorador que hoy tiene ante sus narices. Si por algún motivo resulta exhausto y se desespera por no encajar, tranquilo, respire profundo, cuente hasta diez, siéntese en un balcón a consumir algún poco de droga legal y disfrute de las niñas que pasan mostrando las teticas por la calle, así es como se hace hoy en día.

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El Sujeto

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Hace más de veinte años nací, vengo creciendo, lucho por reproducirme y todavía no he sabido que me haya muerto.