Los veo y los desconozco. No
sé por qué va quedando ese sabor amargo en los colombianos después de que
finalizó la tan comentada cumbre. El colombiano se caracteriza por ser
optimista y conformista, ¿de dónde van a salir ahora indignados si este pueblo
no conoce la dignidad? Está bien que se haya hecho una inversión de alrededor de
noventa millones de dólares, está bien que muchas personas hayan dejado de
recibir ingresos estos días, está bien que hayan maquillado la indigencia, son
gajes del oficio, a los presidentes, de vez en cuando, les toca solucionar ese
tipo de inconvenientes. Si la mayoría de mis compatriotas entendieran lo que
pasó, estarían felices de tener a los visitantes que hoy hospedamos, si
viéramos la excelente intención del presidente Santos, si viéramos la picardía,
estaríamos aplaudiendo todos, al unísono.
Paralelo a la cumbre de los
presidentes de América hubo una reunión de grandes empresarios de todo el
mundo, personas interesadas en ver la nueva Colombia para revisar las
posibilidades de inversión en el país, y ahí fue que empecé a verle cuerpo al
plan del Gobierno. Lo primero que pillé fue la preproducción, adecuando las
locaciones, haciendo la debida planimetría de los sets, corrigiendo alguno que
otro aspecto del guion ―cambios que, como veríamos más adelante, estaban
sustentados por conceptos estéticos―, pintando la escenografía, preparando
actores, consiguiendo y ubicando el atrezzo. Desde ese momento supe que Santos
le estaba mandando un mensaje directo a Hollywood: acá estamos, acá también
sabemos armar películas.
Y en el estreno nos
sorprendió a todos con un show comparable con cualquiera que haya hecho uno de
los famosos directores del norte, produjimos una película con estándares
internacionales: contó con la aparición de muchas figuras internacionales, tuvo
cantante extranjera famosa ―Shakira interpretó una versión actualizada del
himno nacional―, hubo prostitución, hubo rumores, hubo envidias, hubo celos,
hubo ausencias, hubo seguridad secreta, hubo playa, hubo burro, hubo banquete,
humo montajes y, claro, el presupuesto fue de noventa millones de dólares. Aunque
debo confesar que no me gustó todo, el final feliz no fue completo porque
Argentina no volvió con Malvinas y Cuba, el antagonista por defecto, siguió en
el lado oscuro.
Al principio me pareció un
poco pretencioso, pero después de verlo al modo de Santos, creo que funcionaría
bien. Somos potencia en mano de obra barata, tenemos unos excelentes paisajes
naturales sin explotar, la gente está dispuesta a colaborar y tenemos climas
muy variados; si necesitan agua, se les tiene, si necesitan sol, se les tiene y
si necesitan nieve, se les procesa. Dejen de quejarse por la cumbre, colombianos,
apoyen la gestión del presidente y en vez de estar enviando malas energías,
colabórenme gritando: Hello Hollywood,
we're here and we’re totally yours!
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