Mucho o poco, todos tenemos de
a uno. Podemos llegar al mundo sin ropa, sin dinero, sin dignidad, sin ojos,
sin manos, sin padres, sin Internet, sin capacidad cognitiva y, lo que sea que
nos haga falta, pero de las pocas cosas seguras en la vida, todos tenemos culo, hasta las botellas. A lo largo de la historia del culo, siempre se le ha visto como el
responsable de vergüenzas, el indeseado, el que está detrás, el sucio, el
desagradable, el oloroso, el antisocial, el amoral, el enclaustrado, el oscuro,
el tenebroso o el maleducado: ¡el culo nos ha importado un culo! Como admirador
amateur de culos femeninos (partidario de las ideas de la Escuela Nalguista
Ortodoxa), vengo a reivindicarlos.
Nota aclaratoria: no aplica
para culos masculinos. Por más que algunos aleguen lo contrario, son feos y no
merecen admiración.
Antes, cuando el estereotipo
de belleza femenina llevaba más carne que huesos, la mujer hermosa y deseada no
era la más maquillada, no era la que se dejara preñar fácil, no era la que
tuviera el pelo menos deteriorado ni las uñas de colores; las más buscadas eran
las mujeres de cadera grande, capaces mantener una familia grande, de parir una
camada de treinta o cuarenta muchachitos sin esforzarse demasiado. Ahora, a la
mujer de cadera grande, a la culoe’tía,
no se le toma en cuenta sino para charlas o para sexo casual, nada de
procreación.
En un intento desesperado
por devolverle la trascendencia merecida, la publicidad empezó a explotar esa
mina de oro y, después de muchos años mostrando culos para vender productos que
no son para culos, lo que lograron fue plastificarlo y volverlo ícono sexual.
Ahora nos toca soportar anualmente a Miss Tanga y somos invitados a elegir La
mejor cola de Colombia, por ejemplo. Ahora existe la opción de modificar esta
parte del cuerpo como queramos, ya sea para aumento o para reducción, como
resultado vemos culos mutantes por todo lado.
Sea gordo, pequeño, velludo,
arreglado, con relleno, deforme, básico, triple, verdoso, con acné, brillante,
celulítico, grande, fofo, colgado, hermoso, prominente, seco, ajado, prolijo,
pedante, holgazán, roñoso, colosal, ínfimo, pedorro, plástico, estriado, usado o amorfo,
quiéralo, cuídelo y admírelo. La próxima vez que tenga un culo a su
disposición, tóquelo, muérdalo, sóbelo, detállelo, admírelo, abrácelo,
juguetéele, béselo…pero no se sobrepase, tenga en cuenta los buenos modales, no
sea maleducado: eso se ve más feo que un culo peludo.