Estamos a unos días de la
peor época del año y debemos estar preparados para recibirla, o mejor, para que
nos reciba. Digo que es la peor época del año motivado por la experiencia, es
una opinión despojada de toda subjetividad, basándome en lo que me ha tocado
ver, oír y vivir. Desde hace más o menos un mes se va sintiendo el aroma
navideño, en las comunas se escuchan los voladores que anuncian la muerte del
marrano por la llegada de diciembre, se van colgando las cadenetas de cable a
cable, en las casas ya se ven los bombillitos de colores, las fachadas
disfrazadas y la falta de estética. Pero no porque sea una apología al mal
gusto o una tradición estúpida podemos negarnos a recibirla, ¡que se venga con
toda que acá vamos a estar! En el siguiente texto voy a plantear las cuestiones
que, para mí, son esenciales para llegar sano y salvo al 2013 ―Hunab Ku
mediante― , teniendo en cuenta que más que consejos son advertencias.
Lo primero que debo recordar
es que todo tiene su tiempo. Febrero es febrero, agosto es agosto y diciembre
es diciembre, no noviembre ni octubre ni septiembre, como pareciera que aplica
para Colombia. No es lo mismo juerguear treintaiún días a extenderse tres meses
en la pachanga. Y en la fritanga, el mondongo, el fandango sabrosongo porque
songo zorongo, el exceso de fiesta puede provocar traumas graves en el cerebro
y en el bolsillo; tómese su tiempo, gócese noviembre, termine su jornada
académica o laboral y aguarde a que pase lo que tenga que pasar.
Con la cuestión del dinero
hay que ser muy precavido; por desgracia existe el crédito. Ese bichito de
comprar que pica de vez en cuando se manifiesta con más fuerza en la época
navideña, y haya o no haya efectivo, se hace posible obsequiar sandeces,
estrenar ropa, cambiar de licuadora y, en general, gracias al crédito y a sus
presuntas facilidades de pago, se puede tener plata sin tener plata. Diciembre
es el mes de los préstamos y enero el de las deudas, evítese los pagadiarios, las hipotecas, los
problemas legales, los problemas personales y el estrés para el resto del año.
Sea prudente, recuerde que está
en un territorio peligroso repleto de intolerantes y cualquier cosa que haga o
diga le puede molestar a cualquiera, y aquí, cualquiera es capaz de hacer
cualquier cosa, nadie sabe, nadie se imagina. Sea prudente, también, cuando
retira plata del cajero, cuando va por los regalos y cuando viene con los
paquetes, cuando entre al carro y cuando salga de él, cuándo y cómo mira
también trae problemas, limítese a respirar y no espere nada bueno de nadie. No hable con
desconocidos y no les reciba dulces. No trasnoche en la calle. Consiga plata y
váyase a otro país.
Si le importa cuidar la
salud, entonces fíjese bien qué se come, dónde se lo come y cómo se lo come.
Con los alimentos también se debe cuidar. No se ponga a beber trago barato
adulterado, no lo meta en cualquier garaje, no se monte en el techo de las
chivas, conduzca con precaución, conserve su derecha, vaya siempre por la
sombrita, mantenga la calma, no queme pólvora, no se indigeste con chicharrón,
no se exceda con los buñuelos, esquive las puñaladas, no compre os regalos en
El Hueco: atienda estas indicaciones y, si quiere, solo si quiere, lleve
botiquín, por si las moscas vuelan.
No es exagerado lo que le
digo, es para que pase bueno y no tenga problemas, no vaya a creer que soy otro
Grinch que se viene a cagar en las navidades; léame como a un amigo que quiere
lo mejor para usted y los suyos, que lo cuida y le da consejos de cómo pasar
bien este diciembre, y salvo los condones, la mariguana y la candela, lo único
que se me olvida recordarle es: cuando sepa que hay fiesta, me avisa.