¿Gorda o gordita?


Todavía no me decido y eso que he gastado suficiente tiempo pensando al respecto, alguna que otra vez me he visto a gatas para responder y mejor acudo a la trigonometría para salirme por la tangente. Toda mi vida la he pasado cargando más peso del que debería, tengo en mi historial un puñado de apodos que achantarían a más de un ser súper adiposo, pero aprendí a tomarlo por el lado amable gracias al entrenamiento que tuve entre la infancia y la adolescencia. Hoy por hoy, sé que cuando me dicen gordo es porque se nota que llevo más carne que el estándar cultural, que digiero diferente al estándar cultural o que engullo más comida rica en grasas y azúcares que el estándar cultural.

Todo es cuestión de comprender que como no estoy dentro del estándar, no puedo verme como el estándar. Para mí, es fácil asimilarlo porque casualmente estoy por fuera de los estándares de muchas cosas y me adecúo fácil al contexto, pero por lo general para las mujeres no es tan fácil, sobre todo para las occidentales, más que cualquiera, para las mujeres occidentales jóvenes. Y no las culpo porque no pueden hacer nada contra el bombardeo mediático de cada tendencia que va saliendo, de los movimientos económicos disfrazados de cánones culturales ―y asumidos como tales―, que van diciendo cómo vestirse, cómo verse, cómo sentirse, y en general, cómo ser.

El problema cultural es para las mujeres, aparentemente. Ser una mujer gorda en una sociedad tan drástica con la belleza es difícil, pero siempre el hombre es el que sufre las consecuencias. Él sabe cuando está gordo pero ella tiene que preguntarle a él, al pobre hombre, que nunca va a salir bien librado: si el hombre le responde a la mujer que sí, que sí está gorda, es un hijueputa. Si le responde que no está gorda, es un mentiroso. Y si no le responde nada, es un hijueputa cobarde porque cree que está gorda pero no dice nada para no cagarla. Tampoco le queda fácil al hombre librarse de esa pregunta, la única manera es regalándole una báscula a la mujer, y eso que no es buena idea.

¿Gorda o gordita?, ¿cómo prefiere? El diminutivo en vez de suavizar, hace que aparte de gorda sea corta de estatura, y si le importan los estándares debe saber que esa combinación no es bien apreciada. Esto no es para que se sienta orgullosa de sus kilos, no hay por qué, tampoco para que descuide su salud o abandone su dieta a base de zanahorias y agua, la única intención que tengo con lo anterior es que la próxima vez que se cuestione sobre su peso, no sea ¿estoy muy gorda?, sino, ¿a quién le importa?.

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El Sujeto

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Hace más de veinte años nací, vengo creciendo, lucho por reproducirme y todavía no he sabido que me haya muerto.