Llevo más de veinte días
haciéndole la misma pregunta a amigos y conocidos, después de que comencé a ver
caritas de políticos por todas partes me surgió la cuestión. Resulta que a
donde quiera que vaya un político, por más desconocido que sea, es tratado con
el mayor respeto y toda la solemnidad del caso, como mínimo se mata una gallina
y se destapa una botella en muestra de agradecimiento por el solo hecho de ser
Político ―con mayúscula―, independiente de que prometa o no prometa servicio de
agua potable a la población. Impresiona la pompa y el desperdicio de recursos
que se ve en cada gala, ceremonia, acto, presentación, discurso, declamación o
simplemente aparición de alguno de estos personajes. Eso fue lo que desató mi
curiosidad…¿por qué hay que respetar a un político?
No
sé por qué, pero lo respeto. Eso me dijeron varios, tal vez la
mayoría. Para la masa, la palabra ‘político’ viene dotada de adjetivos como ‘importante’,
‘pudiente’, ‘solvente’, ‘capaz’, ‘digno’, ‘elegante’, ‘simpático’, ‘altruista’
y otro montón de flores que los publicistas y propagandistas se han encargado
de crear, y ¿cómo no respetar a semejante personalidad? Lo extraño es que la
masa también sabe que son una parranda de zánganos que no hacen más que vivir
de impuestos y chanchullos; los resultados demuestran que los publicistas han
hecho bien su trabajo. También se les respeta porque se asocia esa dizque
profesión con las antiguas monarquías, donde había un Rey y una Reina, donde había
bufones, donde había siervos, donde se le rendía tributo al rey por medio de
impuestos; lo único que conservamos ahora de la monarquía son los bufones y la
costumbre de pagar impuestos.
Yo sé por qué no los
respeto. Para mí es claro que no existe ninguna razón por la que deba sentir
algo parecido al respeto para con algún político, la considero una actividad sucia,
deshonrosa y corrompida, el simple hecho de llevar ese título es causa más que
justa para no merecer respeto; hay que ser muy ególatra, poderoinómano,
malicioso, megalómano, sociópata, codicioso y ambicioso para querer ser
político. Y es que el respeto no es innato, no se exige ni se reclama, hay que
ganárselo, hay que merecerlo. Que yo sepa, ninguno ha hecho algo que
me inspire respeto, por el contrario, cada día que pasa van sumando puntos en
mi lista negra, cada que los escucho pregonar sus estupideces ―en cualquier
idioma― me dan la razón.
En mi país, entre otros
casos, hay un político que no puede abastecer de gasolina sus dos camionetas ganando
cuarenta y tres veces más que la mayoría de la población, hay un político líder
que ejerce tranquilamente tras las rejas, hay un político que desaparece cadáveres,
hay varios políticos que reciben comisiones millonarias al día, hay otros que
roban directamente, otros que matan y otros que mandan matar, hay muchos que
dicen mentiras, muchos que estafan y muchos que cobran por no hacer nada, pero
no existe ni uno solo que se haya ganado mi respeto. De todas formas, no se
preocupen, por un lado, yo no soy peligroso: no ando armado, estoy en contra de
la violencia y no me interesa perder el tiempo con políticos, por otro lado,
apenas soy un solo voto.
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