Hoy tienen la suerte de
estar presentes cuando confieso mi más doloroso y oscuro secreto: amigos,
amigas, soy colombiano. Sé que puede ser una sorpresa, pero no se alarmen, es
verdad que con mis rasgos faciales y mi talla parezco proveniente de Italia o
de Alemania, pero la verdad es que yo nací en Colombia. Es una lástima, ¿verdad?,
tener que verme en los apuros de dar mis primeros pasitos en esta tierra, comenzar
a respirar el aire sucio dentro de estas montañas, aprender a sobrevivir en
este país. Digo que es una lástima porque me siento muy mal por eso, los
colombianos estamos en deuda con el mundo, no sólo económicamente, nos han estado
soportando algo más de doscientos años y hasta el día de hoy, 15 de Septiembre
de 2011, ningún compatriota se ha dignado a ofrecer disculpas. Pero como no
todos los colombianos somos hipócritas o desagradecidos, yo, el menos
colombiano de todos, en nombre de Colombia pienso pedirle perdón a tantos que
se lo merecen.
Perdón, Don José González
Llorente, por haber permitido que esos guaches se le metieran al negocio y le
quebraran el florero. Cuando haya plata, le prometo que le compramos uno nuevo
y bien bonito, de los chinos.
Perdón, Panamá, por haberlos
tenido haciendo parte de este circo por tanto tiempo, nuestra intención era
puramente estética, queríamos conservar la colita allá arriba, nada más.
Perdón, Don Carlos Gardel,
por haber sido víctima de nuestra inepta y mortal hospitalidad. Si le sirve de
algo, hay quienes todavía sienten orgullo de que usted se haya incinerado en
estas tierras.
Perdón, Doña Fanny Mikey,
por haberle quedado debiendo tantos aplausos. Usted tuvo poca suerte de caer
donde cayó, de todas formas creo que sabía de sobra que los olmos no dan peras.
Perdón, Mundo, por ser
potencia en cantantes de pop. Realmente nos sentimos apenados por todo lo que
ha salido, no es nuestra culpa, se nos sale de las manos: cualquier artista,
sin importar el género que empiece interpretando, cuando adquiere
reconocimiento ―cuando sale del monte― se transforma en pop.
Perdón, Don Pablo Escobar,
por lo de su…ya sabe, muerte. Hoy nos arrepentimos de no haberle aceptado su
chichigua para solventar la deuda externa, además desde que usted se quiso
meter a la política otros hampones han intentado lo mismo, un par han llegado a
la presidencia.
Perdón, Doña Íngrid Betancourt,
por haberle negado la indemnización que pidió. No supimos apreciar el verdadero
significado de su petición: el saberla lejos del plano político de Colombia, no
tiene precio.
Perdón, FIFA, por nuestros
resultados. Ustedes deben estar pensando que nosotros simplemente vamos a
calentar puesto y a participar y ya; que nuestras aspiraciones no van más allá
de las segundas rondas, que no le damos importancia a sus eventos pero en
nuestra defensa tengo que decir que los asuntos para con ustedes son
primordiales, nos esforzamos al máximo…pero no podemos. Señores de la FIFA, no
podemos.
Perdón, Don Hugo Chávez, por
nuestra grosería. Lo que pasa es que entre groseros nos entendemos, somos de
culturas muy similares y creo que entiende por qué nos comportamos así, claro
que eso no nos da el derecho de tratarlo como lo tratamos ni de opinar lo que opinamos…de
todas formas el pueblo es vulgar, Don Hugo.
Perdón, Doña Shakira Isabel
Mebarak, por haberla confundido alguna vez con una de nosotros. Ya vemos que se
dio cuenta de la falla de nacimiento que tenemos y poco a poco fue tratando de
enmendarla, primero con su residencia, luego sus relaciones y ahora con su
acento. De todo corazón, perdonános, ché.
Perdón, Don Diego Armando Maradona,
por producir tanta kriptonita. Nadie nos lo ha confirmado pero nos sentimos
culpables, en parte, de que su adicción haya afectado en su carrera de dios.
Esperamos que en verdad se haya recuperado y, para que se anime, le contamos
que no se pierde de nada: ya no es lo que solía ser.
Perdón, Don gonzaloarango,
por creerlo loco. Pensar diferente y, sobre todo, tener ideas progresistas está
muy mal visto. Un poeta que intente hacer diferente su arte no sirve, por lo
menos en Colombia. Debe aceptar que también cometió un error, de haber salido
rápido de acá lo que no pasó hubiera podido pasar.
Perdón, Doña Piedad Córdoba,
por no aceptar ideas diferentes. Lo sentimos mucho, de verdad, pero no nos
interesa tampoco. Con las que nuestros ancestros (esos criminales que poblaron el
territorio) nos dejaron, tenemos suficiente. No queremos escuchar nada que
usted nos quiera decir, de una manera respetuosa le pedimos, vaya a solucionar
problemas a otro país que no la necesite tanto.
Perdón, Sur América, por ser
tan mal vecina. Siempre han existido conflictos con los unos o con los otros,
pero para que entiendan el porqué, tengo para decirles que es algo intrínseco
en el colombiano, somos conflictivos y no nos basta con el conflicto que
tenemos adentro.
Perdón, San Andrés, por
tenerlos como simple nómina. En verdad nos importan, ¡en serio! Tanto así que,
mientras ustedes se hacen llamar escuetamente isleños, nosotros los seguimos
considerando colombianos. Perdón por eso también.
Perdón, Don Antonio
Cervantes, Pambe, por no haberlo seguido apoyando a pesar de su evidente
talento: ¿cuántos premios Guiness tuviera Colombia con un borracho de su
categoría?
Perdón, Don David Murcia,
por haberle negado su tajada. Lo sentimos mucho pero en este país la estafa es
un negocio solo para algunos cuántos y no podemos permitir que cualquier
mechudo en semejantes fachas se vaya quedando con tanta plata, para la próxima
vez, recuerde que debe llevar saco y corbata, como mínimo.
Termino ahí pero me quedo
corto. No hay palabras suficientes para remediar tanto daño que hemos hecho en
todos estos años, directa e indirectamente, en pocas cantidades o a gran
escala, este es un simple gesto de arrepentimiento y respeto que ningún otro
colombiano había querido tener, y yo, el menos colombiano de todos, me vi en la
tarea de encabezar. Aunque me sigo sintiendo avergonzado creo que estas
disculpas pueden ser el primer paso para resarcir nuestros errores y comenzar a
formar una verdadera Patria, ojalá las acepten porque fueron ofrecidas con toda
la sinceridad que un colombiano pueda tener. Lo último que les pido, por ahora,
es que no le vayan a contar mi secreto a nadie, please.
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