Alegoría existencial

Les presento uno de mis primeros acercamientos a esto de escribir. Después de tener cierta evolución, sigo gustando bastante de él, debe ser el amor de padre, pero quiero dejárselos ver. Según veo, empecé a escribirlo el 27 de marzo de 2007.
_____________

Y ahí está. Me mira fijamente a los ojos…lo miro fijamente a los ojos. Helo ahí, sentado y con esa actitud tan amenazante. ¡Ja!, ¡levantó una ceja!, ¿será para mí? Creo que estoy siendo demasiado paranoico. Pero es que no entiendo…no hay nadie más aquí. Somos él y yo. Yo y él. El uno contra el otro. La sal contra el azúcar. El agua contra el aceite.

¡Ridículo!, que por lo menos viera cómo se ve con esa ropa. No entiende que el mundo es para personas normales, de gustos normales. Cree que por estar ocupando un espacio en la tierra, tiene derecho a estar ahí. ¡Ni loco!, uno se tiene que ganar el espacio donde está ubicado, la vida no es así tan fácil. Si uno simplemente se limitara a pasar el rato y ya, todo sería muy divertido, el mundo sería lo mejor, todos estaríamos contentos, dichosos y muertos de la felicidad. Muerto debería estar… ¡muerto!, ¡bien muerto!

Vean esa sonrisa tan expresiva, parece que me dijera “vengo por vos, maldita rata sucia, cuidate, estoy pendiente de tus movimientos, y uno de ellos en falso, y serás presa fácil”. Pero no me voy a dejar, yo no me puedo intimidar tan fácil. ¡Tenés que dar más!, ¡tenés que dar mucho más!, no me vas a ganar con una simple miradita. Decime algo, gritame algo, escupime, insultame… ¡hacé algo!, nada más desesperante que esa pasividad. Pero yo sé que puedo esperar hasta que se decida a atacar.

Se debe llamar Ramiro, o tal vez Luis. No, tiene cara de Alberto. Esa mirada sólo la puede tener un Alberto, sólo él. Su mamá debe estar buscándolo o esperando a que llegue a casa, pero como van las cosas, no llega…o por lo menos no llega entero. Debe ser hijo único. Si tiene hermanos, no los debe querer…en su cara se nota, en su mirada se refleja. Le debe gustar levantarse todos los días temprano, y seguramente lo primero que hace al despertarse es poner los pies en la tierra e insultarme en silencio. Su perfil es de alguien que trabaja en un restaurante: tiene que ser mesero. Su papá tuvo que haber muerto en la guerra, las manos, tienen la forma de alguien que perdió su padre en la guerra.

Esta situación es incómoda, este imbécil no me quita la mirada de encima, y a veces, sonríe como queriendo matarme de un momento a otro. Pero no, no me voy a dejar sorprender: al primer mínimo intento de movimiento, se muere. Debe estar pensando que no soy peligroso puesto que no he hablado, ni me he movido, pero se equivoca, cuando estoy con miedo puedo matar con un simple golpe; estoy seguro.

Esa mirada suspicaz dice mucho, esa mirada me intimida. ¡Mierda!, seguramente ya se dio cuenta de mi miedo, y está armando un sigiloso plan para matarme o dejarme inmóvil. Ah, yo tengo que hacer algo. Yo soy grande y algo macizo. Estoy totalmente convencido de que él, por más que intente, no me va a tumbar de esta silla. Además, está sentado y para pararse tiene que hacer una maniobra notoria, y de inmediato me voy a dar cuenta. Tampoco estoy tan perdido, porque aunque nadie podría venir en mi ayuda y el cuarto es muy cerrado, tengo mi cuerpo listo para una reacción.

Ahí volvió a levantar la ceja. ¿Quién se cree?, debe estar convencido de que me tiene muerto sin haberme tocado…y de hecho así estoy. No sé qué hacer en este momento. Estoy bloqueado. Me tiene bloqueado. ¡Cálmense ya nervios!, ¡es una orden!

¡Uy!, se movió. ¡Qué susto!, apenas se acomodó. Maldita sea. ¿Qué podrá pensar sobre mí?, ¿qué estará pensando?, ¿qué sabrá de mí?...

Ah, pero debe tener susto. Debe estar carcomido por el miedo también. Debe estar pensando que conmigo tan grande, va a ser reñida la pelea. Con seguridad que está intrigado, con toda seguridad que así lo tengo.

Ah…ya va mucho tiempo. El tipo, de quererme hacer algo, ya lo habría hecho. Yo no pienso atacar. El que ataca, pierde. Además no tengo razón para atacarlo…yo mejor me voy. Prefiero irme ya antes de salir herido de acá.

Carlos se paró del banquillo, dejó de verse en el espejo y salió del baño.


No hay comentarios:

El Sujeto

Mi foto
Hace más de veinte años nací, vengo creciendo, lucho por reproducirme y todavía no he sabido que me haya muerto.