Unos cuantos mitos electorales

Desde que tengo registro lógico de mi aprendizaje, a lo largo de todos estos años, he recibido instrucciones para muchas cosas. Entre esas, me han sabido educar en civismo y sociedad, ya en los primeros días de colegio me enseñaban sobre el voto, la democracia, los derechos, los deberes, los asuntos de país, de ciudad. Pero fui creciendo y noté que lo que me habían enseñado estaba mal: no era su intención, simplemente todo cambiaba en Colombia. Hoy quiero desmitificar aquellas cosas que nos han mal-enseñado para que no haya problemas éticos a la hora de tomar alguna decisión.

Mito #1: la democracia es el gobierno del pueblo.
Empiezo por el principio, lo que todos creemos saber. Que democracia es cuando la mayoría está de acuerdo con algo. Pero la democracia es la manera más creíble que encontraron los gobernantes para quedarse con el poder. Da la impresión de justicia a la hora de elegir los candidatos porque permite que los ciudadanos se sientan con la responsabilidad de elegir bien, los incluye a casi todos. Obviamente no es el gobierno del pueblo, es más, el pueblo jamás va a poder gobernar por medio de la democracia, menos por medio de la democracia colombiana, la más grande del mundo, donde votan presos, soldados y muertos.

Mito #2: su voto suma, su voto sirve.
Se supone que el candidato que reúna el mayor número de votos a su favor es el que gana la contienda. Se supone, también, que esos votos son los que la ciudadanía proporciona desde su derecho al voto. Pero esas suposiciones no cuentan en nuestro país: su voto puede que vaya a parar a algún riachuelo, puede que resulte adulterado, puede que aparezca anulado o puede que no aparezca. Lo que importa no es su voto, lo que importa es su presencia en las urnas el día de las elecciones. Lo que importa es que usted vaya y haga su aparición, ellos deciden a quién le dan su voto.

Mito #3: el voto es libre.
No es libre cuando todo el día le están diciendo por quién votar. No es libre cuando hay candidatos mediáticos. No es libre cuando el voto está condicionando la paz. No es libre cuando el voto condiciona la guerra. No es libre cuando hay politiquería. No es libre cuando hay proselitismo. No es libre cuando juegan con el hambre. No es libre cuando juegan con la pobreza. No es libre cuando juegan con la ignorancia. No es libre cuando hay campañas sucias. No es libre porque siempre hay campañas sucias.

Mito #4: votar es un deber de todo ciudadano.
El deber no es votar, el deber es elegir. “Elegir a los gobernantes de acuerdo con su conciencia”, es decir, cada ciudadano tiene el derecho de juzgar éticamente a los candidatos para ver qué opciones tiene. El hecho de no votar también es elegir. Es elegir nada. Es elegir no hacer parte de la pútrida maquinaria electoral que el país sufre cada cierto tiempo y las jugadas sucias de sus participantes. No votar es poner por delante la dignidad, porque eso sí es un deber: “rechazar todo intento de agresión y violencia contra la dignidad humana”. Si no considera indigno todo este circo, allá usted y su familiar político.

Mito #5: si no vota, no puede hacer reclamos.
Claro que sí se vale reclamar. Hay que reclamarle, primero, a los que votan porque votan. Acá no se vota bien, ni mal. Acá no hay voto inteligente, no hay voto por interés, las encuestas no dicen nada, los conteos son absurdos y contradictorios; todo se trata de especulación, tráfico de influencias, dinero y poder. No hay garantías para que el voto sirva, pero sirve la cifra de votantes. Eso es lo que les interesa. Hay que reclamarle, segundo, a la clase política del país por ser como es, por manejar a millones de personas como un simple negocio, de poner sus intereses personales por delante de los generales, por seguir haciéndolo y por seguir intentándolo. Y por último, hay que reclamarle a los medios de comunicación, sobre todo a la televisión, por deformar la audiencia, por llenarla de mierda, por entretenerla con el objetivo de captar la atención para desviarla, por permitir que la cochinada de la política llegue a los hogares en forma de chisme, todo eso por intereses económicos.

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El Sujeto

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Hace más de veinte años nací, vengo creciendo, lucho por reproducirme y todavía no he sabido que me haya muerto.