El football como deporte nacional en Colombia


Después de ver unos minutos de un partido de fútbol entre dos cuadros colombianos, me vi obligado a cambiar de canal porque aunque sea el deporte nacional, cada vez pareciera más que nos estamos alejando del objetivo del juego que es manejar la esfera en el campo y hacerla entrar en la malla del otro equipo; ahora mientras más faltas haya y más veces se engañe al árbitro, mejor. En el zapping fui a parar en ESPN. Estaban dando otro partido de fútbol, o mejor, de football, ese fútbol que se juega con pelota ovalada, en el que se usa, entre otras cosas, casco, hombreras y concha. Me mantuvo pegado a la pantalla un buen rato: es un deporte peligroso, arriesgado, de fuerza, de agilidad, de estrategia, un juego emocionantísimo; lástima que no lo logre comprender del todo. Con unas cuantas jugadas tuve noción de algunos movimientos, de algunas reglas y en cuestión de diez minutos estaba viendo un partido entre dos equipos que no conocía pero que valía la pena empezar a conocer.

Lastimosamente, el fútbol nacional había hecho lo suyo y en medio partido de football caí dormido y tuve un sueño que se empezó a fundir con lo que el televisor me estaba diciendo. De pronto, estaba en un estadio repleto de espectadores, un campo dividido en yardas (estadio San Vicente del Caguán) y dos equipos próximos a salir: Colombia is passion y Liberty Athletic. El partido como juego no tuvo gran importancia; quedaron empatados cero a cero –siendo poco común ver un empate en este deporte– y estuvo lleno de faltas, pero como espectáculo cumplió todas las expectativas. Como anotaciones especiales vale resaltar que, por ejemplo, antes de empezar el partido, la voz del parlante anunció que el mariscal del equipo estatal, Álvaro Uribe, no jugaría por haber salido falso-positivo en la prueba de dopaje. La referee, Piedad Cordoba– por sus dotes de mediadora– junto a otros seis sujetos de la Fiscalía son los encargados de dirigir el partido: a los dos minutos se decretó el primer down a favor del equipo insurgente: rudeza innecesaria para con uno de los de uniforme camuflado; aunque la falta era a favor de Liberty Athletic, los seguidores de Colombia is passion se levantaron y aplaudieron la jugada. En la mitad del juego mientras las presentadoras de farándula de los canales nacionales bailan en una coreografía desorganizada, la voz del parlante anuncia que hay promociones del setenta y cinco por ciento para los beneficiarios de Agro Ingreso Seguro y DMG en la zona de comidas, y que presentando el carné reclaman gratis camisetas del equipo estatal. La mayoría de asistentes al estadio eran seguidores del equipo del Gobierno y habían llegado al estadio en una marcha por la paz, cuatro millones de Camisas Blancas meneando banderas blancas y cantándole a la paz–de vez en cuando insultaban a los del equipo contrario–, mientras que al cuadro libertario sólo lo representaba una mancha roja que meneaba una bandera del Che.

Me desperté con un buen sabor de boca, había logrado encontrar el deporte ideal para Colombia: iba a mandar una carta al Presidente donde le propondría al football como deporte nacional. No es tan descabellado, tenemos muchas cosas en común con ese deporte, hay influencia estadounidense desde siempre (tanto que nuestro segundo idioma, generalmente, es inglés), nos gusta planear los touch down y somos buenos tumbando. Además, si el Gobierno jugara contra la guerrilla al menos una vez al mes, sería un espectáculo genial, traería sólo beneficios, por donde quiera que se le mire. Si en vez de planes de guerra idearan estrategias de juego, se ahorraría mucho en vidas, o mejor dicho, en muertes. Si lo que estos dos bandos siempre han querido tener es poder, allí lo pueden obtener y demostrar. Cada mes un clásico, y ¡qué señor clásico!, ¡nuestro Super Bowl! Más de medio siglo en disputa y ninguno ha ganado nada.

¿Deuda externa?, tranquila, Colombia: con cuatro millones de cabezas comprando entradas se paga una deuda externa en menos de lo que canta un gallo, o dos, dependiendo de cuánto se vaya en comisiones. Además, estamos endeudados sobre todo con Estados Unidos y podríamos firmar un Tratado de Libre Comercio Deportivo: acá las canteras de jugadores de football estarían repletas todo el tiempo y ellos, como acostumbran, vendrían a llevarse cuanto quisieran, en parte de pago. Así se matarían dos pájaros de un solo tiro, porque vamos pagando la deuda a medida que desarrollamos y popularizamos el deporte.

“Señor Presidente, ojalá me tome en serio y tenga en cuenta mi petición, mire que no hemos podido conseguir mucho con el fútbol, a usted que le importa tanto la imagen del país en el exterior, no hemos conseguido ganar un solo mundial y eso que nos jactamos de tener los mejores jugadores repartidos por todo el mundo. Nuestro futuro deportivo está en fútbol americano”, así le voy a decir en la carta que apenas estoy encabezando, pero que espero llegue a ser realidad. Ojalá me lea, Señor Presidente.

Ah, se me olvidaba contar algo del sueño: aunque el partido terminó cero a cero, al final, los dos equipos se dividieron las ganancias resultantes de la venta de las entradas.

(También en NFL4EVER)

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El Sujeto

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Hace más de veinte años nací, vengo creciendo, lucho por reproducirme y todavía no he sabido que me haya muerto.